cuando le miras a él

Mi querida Isabel,

Está claro. Del único hombre que debería tener celos es de tu marido, que con razón es la persona a la que quieres tener a tu lado siempre. Rectifico: no debería sentir celos siquiera, ya que legítimamente te quiere, y tú le amas. Eso lo sé por la forma en que le miras, y son precisamente esas miradas las que me hacen sentir celos y sufrir inútilmente, porque veo que es con él con quien compartes esa complicidad que en el fondo me gustaría poseer. Sin embargo aquí estoy yo, escribiendo mis miserias en este diario, mientras ahí está él, compartiendo tu cama cada noche. Así es la vida, porque él llegó antes a tu vida, y porque aún habiendo llegado antes yo, no creo que te hubieses fijado en mi.

Así que ahora, con el paso de los años, me enamoro de ti y sé que ningún derecho me asiste por ello ante ese lazo que a vosotros os une, que es nada menos que el matrimonio. Veo pasar los años mientras pienso qué sería de nosotros de habernos casado, no sé si te querría tanto, pero ciertamente ahora no puedo imaginar cómo debe ser no quererte tanto, mi amor, mi deseo, mi querida Isabel. Dame fuerzas para verte a su lado, dame fuerzas para no desearte tanto como te deseo, a pesar de la vida, a pesar de lo que en realidad somos: cuñados. I love you so much, Isabel.

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