la noche que me quieras

Mi querida Isabel,

En ocasiones imagino que es una noche, pero en otras es una mañana de sábado, los dos tranquilamente en la cama, enredados entre las sábanas...

No te voy a mentir, he pensado mil y una veces en ese momento en que tú y yo estemos juntos, y dejemos nuestros cuerpos al azar del deseo, deseo que desde aquella vez en que cruzaste tus piernas a mi lado con esas medias de flores no ha dejado de estar ahí. A veces como un deseo leve y casual y otras en forma de atracción irresistible. O mejor dicho, resistible gracias a mi desconocida fuerza de voluntad, con la que soy capaz de amarte, desearte y no poder vivir sin ti simplemente viviendo a tu lado, hablando contigo, cuando mis ojos te dicen que te comería a besos, y mucho más...

El caso es que tu figura me perturba, me colma de deseo, y pienso aún sin quererlo, en esa noche en que te entregues a mi, como si realmente esa noche fuese a hacerse realidad. Y entonces me despierta de mi sueño contigo el reloj, el calendario, el pasar de los años, y me doy cuenta de que cada vez somos más mayores, y cada día se hace más improbable esa pasión entre los dos. Es puro realismo, y con los años me veo más cogido de tu mano, utilizando la palabra para decirte lo que te quiero, y el romanticismo me hace escribir un blog en el que obvio detalles tan tórridos que me avergonzarían cuando lo que quiero es transmitirte mi amor, transmitirte que eres la mujer con la que viviría el resto de mi vida sin dudarlo un segundo. Si no fuese porque la vida nos tiene otro destino a los dos...

Mi querida Isabel, la noche que me quieras tal vez no llegue nunca, pero el sólo imaginarte entre mis brazos, desnuda, plena de consciencia del amor que te profeso, me lleva a la cima del deseo, del anhelo de tu figura, además de tu ser, del que ya estoy enamorado hace años. Sueño con verte con esas mismas medias de flores, sentada junto a mi, y sueño con presumir ante el mundo de que tú eres mi pareja, mi amor, mi compañera... Y debes saber que mientras eso me avergüenza por quien soy y por quien tú eres, no puedo por menos que decirte que algo tendrá tu persona, tu figura, tu mirada, que enamora de esa forma, en un entorno tan cotidiano, tan familiar. Yo ya no sé pensar en ti de otra manera que no sea amándote en todos y cada uno de los sentidos. Incluido el sentido del tacto, tan cercano al deseo más carnal, que me hace verte mucho más atractiva de lo que nunca nadie te dirá, incluido yo. Te amo y también te deseo, aunque, una vez más viviré tan sólo con eso, con el deseo, mi amor.

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