esa forma en que te miro

Mi querida Isabel,


Al principio te miraba a los ojos lo justo, no sé porqué razón me imponías bastante, era como que te tenía como una persona mucho más madura que yo, siempre con las cosas claras, y al hablar contigo  reconocía en ti una autoridad extraña, no impuesta pero sí cómoda en cierta manera. Con el tiempo me fui enamorando de ti, y te miraba disimuladamente, sobre todo. Me empecé a fijar en tu expresión, en tus facciones, en tu sonrisa. Sobre todo en tu sonrisa.


Y el amor empezó a hacerse cada vez más profundo, a medida que ya no te miraba de lejos, disimuladamente, sino que buscaba tu mirada, de la forma en que ahora lo hago. No te busco constantemente, sino que de los pocos minutos que disfruto de ti cada varias semanas, siempre busco un instante en el que te miro directamente a los ojos, un instante muy buscado, idealmente muy natural, pero en el que aprovecho para decirte con la mirada que te amo, aunque sea durante una fracción de segundo. Quiero pensar que durante ese breve instante en que nuestras miradas se cruzan, como si fuese un morse perfecto, mis ojos te transmiten todo lo que siento por ti.

Lo normal es que en muy pocos segundos tu sigas a lo tuyo, y yo también. De hecho muchas veces soy yo el que cambia de tema o se gira hacia otro lado, pero Isabel, en ese preciso instante siento la satisfacción tal vez falsa de haberte inundado de sensaciones, de haberte dicho "te quiero" con la mirada. Espero seguir disimulando mi amor hacia ti al menos como hasta ahora, pero siempre pienso que dentro de muchos años te miraré a los ojos y te acabaré diciendo eso de: "Isabel, siempre estuve enamorado de ti, lo sabes ¿verdad?".

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